Breve descripción de los hechos que dieron lugar al SANTÍSIMO MISTERIO DE DAROCA

PRELIMINARES
En el año del Señor de 1233 el Rey de Aragón Jaime I, llamado el Conquistador, comenzó la reconquista del reino musulmán de Valencia. Para ello se sirvió, entre otras tropas, de las milicias de Calatayud, Teruel y Daroca.

El 28 de septiembre de 1238 el rey moro de Valencia, Zahén, rinde la ciudad a los cristianos de Jaime I, y el 15 de octubre del mismo, el propio don Jaime entra victorioso en la Ciudad del Turia.

En estas fechas sucedieron los hechos por los que los darocenses fueron acreedores de la consideración del Rey, que les regaló dos de sus banderas como compensación de las que las habían perdido en su entrada en Valencia. Los darocenses lograron entrar en la ciudad por una de sus puertas que posteriormente se llamará “de los Serranos”, como se denominaba a las tropas que venían de la sierra. Los darocenses lucharon valientemente ante el enemigo pero perdieron a muchos hombres, entre ellos el alférez que los mandaba, Pérez Lop.

También perdieron sus banderas de batalla en el fragor de la lucha.

EL SANTÍSIMO MISTERIO
Tras la toma de la ciudad principal del Reino de Valencia. se estableció una tregua que  convenía a ambas partes y las tropas serranas de Calatayud, Daroca y Teruel se retiraron al Puig de Codol (Cabezo de Piedra) en los alrededores de Luchente, donde establecieron su campamento. Don Jaime, partió del lugar a resolver otros asuntos del Reino que lo reclamaban, dejando el mando de las tropas al noble don Berenguer de Entenza, tío carnal suyo, hombre de demostrada valía tanto en la guerra como en la paz.

La tregua, por ambas partes, se respetaba solamente a medias. Grupos de cristianos instigaban diariamente a los pequeños asentamientos musulmanes de los alrededores, los moros, no se hacían a la idea de perder este rico territorio, y los escarceos y enfrentamientos de pequeños grupos entre unos y otros eran frecuentes. Se decía que todos los días, desde Játiva, atacaban los moros la ciudad de Valencia.

En el Castillo de Chío, situado sobre un monte frente al Puig de Codol, los musulmanes comenzaron a concentrar tropas con la idea de atacar a los cristianos que allí se encontraban, llegando  a la cifra de mil combatientes entre infantes y caballería.

El número de los cristianos era muy inferior y la preocupación comenzó a reinar en el campamento de los “Serranos”, y decidieron ser ellos los que diesen el primer ataque al Castillo de Chío, por lo que se reunieron las tropas de Calatayud, Daroca y Teruel con ese propósito. El 23 de febrero era el día elegido para la batalla, y antes de partir, en el campamento cristiano se ofició una Misa de Campaña para que las tropas recibiesen la bendición. El Sacerdote que la presidía era Mosén Mateo Martínez, darocense y capellán de la Ermita castrense de San Cristóbal de Daroca.

Para el momento de la Comunión, se decidió que lo hiciesen los seis capitanes de la Tropa en nombre de todos sus soldados y el cura, en su momento, consagró las seis formas para tal menester.

Algunas versiones sostienen la teoría de  que Berenguer de Entenza, general de la tropa, era uno de los que habían de comulgar, y los cinco capitanes restantes eran Sánchez de Ayerbe, Pedro Ximeno, Pedro de Luna, Guillén de Aguilón y Simón Carod. Otras no incluyen a don Berenguer entre los seis capitanes cuyos nombres eran: Ximeno Pérez, Pedro de Luna, Fernando Sánchez, Raimundo de Luna. Guillén de Aguilón y Simón Carroz.

Pero los moros mientras tanto habían rodeado sigilosamente el campamento cristiano sin estos percatarse y con gran griterío atacaron a los desprevenidos cristianos en el momento previo a la Comunión.

El cura recogió las formas ya consagradas y las envolvió en el corporal formando un pequeño atado  que escondió bajo unas piedras en un lugar próximo al Altar.

Terminada la batalla con victoria cristiana, el capellán propuso continuar con la Eucaristía en el punto en el que había sido interrumpida. Recogió el corporal del lugar donde lo había escondido y sobre el altar lo desenvolvió con el fin de dar la comunión a  los seis capitanes. El semblante de mosén Mateo se tornó pálido y desencajado al contemplar que las seis hostias se habían convertido en sangre y estaban adheridas al corporal. Inmediatamente la emoción del momento volvió  a cambiar el gesto del cura, esta vez de alegría, pues comprendió que el Cuerpo de Cristo se había hecho presente en esas Seis Hostias que unas horas antes él había consagrado.

Una vez asumido por los capitanes y su tropa el Santísimo Misterio, reinó la alegría y el júbilo en el campamento que duró varias horas, tras  las cuales comenzaron las conversaciones sobre el lugar en el que había que depositar los Corporales. La lógica reacción de cada uno de los capitanes fue la de que fuese su ciudad donde debían depositarlo.

Calatayud es la más grande y es donde con mayor seguridad se guardarán…..Teruel es la tierra más próxima al suceso y es donde debe quedar…..Daroca tiene que ser la depositaria, pues el sacerdote que ha consagrado las formas es natural  de esta ciudad……”

No había manera de ponerse de acuerdo y los ánimos comenzaban a caldearse entre los hombres. Se propuso hacer un sorteó para ver en que ciudad se quedaría el Misterio y así se hizo, y no uno, sino tres consecutivos, en los que la suerte siempre favoreció a Daroca. Sin embargo Teruel y Calatayud seguían sin admitir el resultado de los sorteos. Finalmente el de Entenza  sugirió colocar los Corporales sobre una mula requisada al enemigo y dejarla libre para que ella decidiese. Todos estuvieron de acuerdo de que en el lugar en que la mula se detuviese definitivamente, sería el elegido por Dios para que allí fuesen depositados para siempre los Sagrados Corporales.

La mula partió sin rumbo fijo, seguida por el sacerdote darocense, los seis capitanes y escoltas y numeroso gentío que se hacía mayor a medida que avanzaba. En su caminar, se sucedieron algunos hechos considerados milagrosos, como las voces celestiales que se escucharon  al paso de la mula por Játiva, la liberación de una endemoniada en Alcira o el arrepentimiento de unos ladrones en Jérica.

Finalmente,  el 7 de marzo de ese mismo año de 1239, la mula dobló sus patas en la puerta del convento de San Marcos, a escasos metros de una de las puertas de Daroca, con la consiguiente alegría y júbilo los darocenses que allí se encontraban. Los Corporales se depositaron en la iglesia del mencionado convento. Años más tarde se trasladó la reliquia a la Iglesia de Santa María, que era la principal de la ciudad y allí se conserva desde entonces recibiendo las visitas de cuantos cristianos quieren hacerlo, incluidos obispos, arzobispos y reyes.

El propio Jaime I al enterarse del suceso volvió a Aragón y visitó los Corporales en Daroca,  para los que regaló una caja custodia de plata sobredorada.

UNA VEZ DEPOSITADOS EN DAROCA LOS SANTOS CORPORALES COMENZÓ LA DIFUSIÓN POR TODO EL REINO Y A TODA LA CRISTIANIDAD
Daroca en esos momentos ya tenía una gran importancia en lo religioso, pues contaba con siete parroquias y unos años atrás habían llegado a ser diez. Resulta un poco extraño que una población de 3.000 habitantes escasos tuviese siete parroquias, pero la explicación se remonta al año 1142 en que todas las aldeas, villas y lugares que había entre Daroca  y las proximidades de Teruel, que se habían poblado 20 años atrás con la expansión cristiana de Alfonso el Batallador, se replegaron a Daroca al amparo de sus murallas y guarnición militar. Todas esas gentes que se refugiaron en Daroca traían consigo a sus clérigos y se formaron entonces 9 parroquias además de la ya existente de Santa María. En 1232 tres de esas parroquias se disolvieron y quedaron las siete que continuarían hasta principios del siglo XX.

Volviendo al Santísimo Misterio….el Cabildo y Concejo Darocenses decidieron enviar a Roma dos síndicos para que explicasen al Santo Padre los sucesos de Luchente y su posterior repercusión. La entrevista de los síndicos con el Papa se retrasó mucho por causa de la guerra que en esos momentos el Pontificado sostenía contra el emperador Sacro Imperio Romano.

En 1261, finalmente, y gracias a la intercesión personal de San Buenaventura y Santo Tomás de Aquino, los síndicos pudieron explicar al sumo Pontífice lo ocurrido en Luchente el 23 de febrero de 1239 y la llegada de los Corporales a Daroca el 7 de marzo siguiente. El 10 de mayo de1263 Urbano IV concede muchas indulgencias a quien acuda a oír misa a la iglesia de Santa Maria de Daroca.

La Fiesta del Corpus la instituyó el Papa Urbano IV el 11 de agosto de 1264, mediante la “Bula Transitorus” . A los darocenses nos gusta creer que fue en parte gracias al Santísimo Misterio de Daroca.

Pasados 101 años del suceso de los Corporales, Daroca envió  a Miguel Pérez Cabrerizo a Luchente y sus inmediaciones para que recabase información sobre aquel suceso. Todavía había personas, tanto cristianos como moros que recordaban el suceso tal como se lo habían contado los mayores del lugar,  que fueron testigos del acontecimiento. Con todos los testimonios de aquellas personas el notario de Chiva, Domingo de Ahuero levantó acta notarial en un documento conocido como “La Carta de Chiva”. Fechada en 6 de julio de 1340
Por las mismas fechas el obispo de Valencia Ramón Gastón certificó también los hechos de Luchente como un suceso verdadero y milagroso.

Otro documento de gran valor histórico que cuenta los hechos de los Corporales es el Libro Bermejo. Se trata de un cartulario del año 1395 con anotaciones posteriores hasta 1542.

A partir de entonces se sucedieron las Bulas y Privilegios que Papas y Obispos otorgaron a Daroca

Años más tarde, el Cabildo de Daroca regaló  a doña Isabel, la reina Católica, la Hijuela que acompañaba a los Corporales, con restos de la misma sangre de Cristo, y tras una serie de donaciones personales, esta reliquia descansa y se venera en el pueblo de Carboneras de Guadazahón, en la provincia de Cuenca.

En el lugar donde ocurrieron los hechos existe un convento  de dominicos llamado del “Corpus Christi”

FECHAS SEÑALADAS

1224. Llagas en el cuerpo de San Francisco de Asís

1246. En Lieja surge la festividad del Corpus Christi.

1248. El obispo de Tarragona otorga privilegios a los que visiten los Corporales de Daroca

1264. Urbano IV proclama universal la fiesta del Corpus Christi.

1340. La Carta de Chiva. Primer documento notarial que reconoce los hechos del 23-02-1239

1342. Ramón Gastón. Obispo de Valencia verifica el Milagro de los Corporales

1353-62. El Papa Inocencio VI otorga Beneficios Espirituales a los que visiten los Corporales

1384 (9 de junio) Clemente VII desde Aviñón condece Indulgencias.

1397 (12 de septiembre) Bula del Arzobispo García Fernández de Heredia

1414. Vicente Ferrer pronuncia el sermón del día del Corpus Christi en la Torreta de  Daroca.

1429 (28 de mayo) Martín V otorga Concesiones Espirituales

1482 (29 de mayo) Sixto V otorga a Daroca Indulgencias y Jubileo.

1482 (14 de marzo) Los R.R.C.C. autorizan la divulgación por todos sus dominios del Misterio de Daroca

1523. Cura milagrosa de Juan de Borgia, Duque de Gandía.

Siguieron los Papas y Obispos concediendo  a Daroca Privilegios y Bulas y como colofón citaremos la Bula de Clemente XII del 20 de abril de 1739  que concede indulgencia plenaria a todos los que visiten el Santísimo Misterio el día del Corpus Christi y los siguientes siete días y la de Benedicto XIV del 21 de enero de 1774 con indulgencias para los que visiten Santa María el día de San Fausto.

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